lunes, 16 de mayo de 2011

Yes We Can? El Espejo de Obama

 Por Carlos Sanorti

Sin duda alguna el año 2010 no fue el mejor para el Presidente de los Estados Unidos, su panorama se vio ensombrecido por una serie de acontecimientos como la crisis económica, la errónea manera de querer llevar a cabo la Reforma de Salud, y el caso de Wikileacks, que afectaron gravemente su popularidad y que lo hicieron perder simpatía.

En un artículo publicado por la revista Campaigns & Elections en español, se plantea la forma en la que Obama perdió simpatía y cómo la está recuperando; y es que no se trata de una simple descalificación, sino de todo un Síndrome, mejor conocido como el Síndrome de Obama, cuyos efectos hicieron perder apoyo y renombre al candidato más popular de la historia de ese país.

Generar una gran cantidad de expectativas y al llegar, verlas lejanas respecto de la realidad es uno de los peores enemigos del que entra en el poder.  Las acciones apáticas, el uso excesivo de la mentira disfrazada de verdad y potencializar la inestabilidad política, son uno de sus graves errores.

Pero, ¿qué elemento es necesario recobrar para volver a tener la confianza de la gente? ¿qué es lo que ha perdido Obama? La respuesta es: el maravilloso uso de comunicación, tal y como lo hizo dentro de su compaña.

No cabe duda que, al igual que la mayoría de los que disputan puestos de poder, Obama ha dejado de lado el uso de la comunicación, que lo hizo tan notorio durante su campaña y que lo había mantenido como el candidato predilecto de la historia de los Estados Unidos.

Ahora que sabemos qué sucede, es importante preguntarnos cómo revocar y desacelerar su caída, pues la necesidad de enmendar los errores parece traerle muchos beneficios.

La respuesta se encuentra en enmendar los errores, buscar reducir o eliminar las funciones que afecten nuestro estado y eliminar pérdidas visibles con renovaciones o rotaciones. El equipo de Obama, al darse cuenta de lo que estaba ocurriendo, tomaron quizá una de las decisiones más importantes hasta ahora, demostrar que los cambios son posibles.

De acuerdo un reporte de evaluación de enero de 2011, se señala que el 49% de los habitantes de los Estados Unidos lo aprueban, aunque a diferencia con Bill Clinton(enero 2005), Obama va a la cabeza ganando con dos puntos porcentuales. Ahora bien, ¿a qué se ha debido esta nueva aceptación por parte de los ciudadanos y el incremento de la popularidad del presidente?




Las respuesta son, según plantea Gisela Rubach, consultora, cumplir lo que se prometió en campaña, elegir un buen equipo de gabinete, demostrar resultados en el corto plazo y visión de trabajo para solucionar los problemas más sentidos de la gente en el mediano o largo plazo, evitar caer en confrontaciones innecesarias, procurar el bien común sin distingo de colores y mantener ese impulso que viene del inicio y finalmente no olvidar que no hay mejor campaña que el trabajo que se hizo como gobierno.

Ahora bien, que si aplicamos esto en nuestro país, tratando de cuestionarnos por qué los partidos en México hoy en día tienen tan mala imagen, podemos llegar a decir que durante los últimos años el país no ha tenido un avance significativo, que haga sentir las mejoras de la economía entre los habitantes.

Quizá sea mucho el trabajo que se desarrolla en los estados, pero la gente está cansada en que las campañas estén llenas de promesas que nunca son cumplidas por los representantes.

Uno de los problemas similares a lo que sucede con Obama, en comparación con nuestro país, es dejar espacios blancos que son utilizados por gente que genera daños directos al encontrar cabida en los procesos gubernamentales.

La respuesta está en dar giro a las estrategias, que permitan que la gente tenga otra percepción y que reposicione  la imagen del que está al frente del un órgano de gobierno.

Al igual que muchas instituciones, empresas u organismos, pareciera que nadie ha pensado en un plan de comunicación, que ayude a dirigir de la mejor manera las situaciones en crisis.

Velázquez, E. (2011, febrero). Yes, We Can? El Síndrome de Obama. Campaigns & Elections, Año 2, No. 14.

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